Mientras las críticas se centran en su promedio de bateo (.250) y su modesto registro de 1 jonrón en las primeras semanas, Juan Soto está escribiendo una narrativa distinta en su debut con los Mets de Nueva York.
El dominicano ha convertido la regularidad en un arte: es el único jugador en las mayores en llegar a base en todos los partidos disputados esta temporada.
La estadística que redefine el éxito
En un deporte obsesionado con los cuadrangulares y los promedios de bateo, el jardinero de 25 años ofrece una lección de eficacia. Ya sea mediante hits (13), bases por bolas o golpes productivos, Soto ha puesto a correr a la defensiva rival en cada encuentro.
Su OPS (.794) y su habilidad para controlar la zona de strike —herencia de su legendaria disciplina— lo mantienen entre los 20 mejores bateadores de la MLB en porcentaje de embasamiento (.385).
Más allá de los números tradicionales
Aunque sus 4 carreras impulsadas y 1 base robada no impresionan a simple vista, su influencia trasciende las planillas. Soto fuerza a los lanzadores a trabajar más allá de su zona de confort, desgasta rivales en conteos largos y crea oportunidades para compañeros como Pete Alonso o Francisco Lindor.
Este rol de «activador ofensivo» es vital para los Mets, que buscan consolidar una alineación balanceada.
Por qué importa para Nueva York
La inversión en Soto no fue solo por su poderío: los Mets necesitaban un bateador que combinara juventud (25 años) con veteranía postemporada (1 Serie Mundial ganada). Su capacidad para mantener innings vivos —incluso en días sin conexiones fuertes— ofrece estabilidad a un equipo en reconstrucción competitiva.
Como señaló un scout de la NL: «Soto no necesita batear .300 para cambiar partidos. Su mera presencia en el cajón de bateo altera las estrategias rivales».
El futuro inmediato
Históricamente, Soto mejora sus números conforme avanza la temporada (su promedio post All-Star Break es .294 a lo largo de su carrera). Con temperaturas subiendo y el calendario entrando en mayo, todo apunta a que sus estadísticas de poder seguirán esta tendencia. Mientras tanto, su récord de 21 juegos consecutivos embasado —y contando— sigue siendo el termómetro más fiel de su valor actual.