El 10 de abril de 2024, un nombre quedó grabado en las Grandes Ligas no por un jonrón espectacular, sino por una ejecución impecable desde el rol menos celebrado: el arbitraje.
Mark Ripperger, encargado de vigilar el plato durante el partido entre los Minnesota Twins y los Kansas City Royals, alcanzó lo que pocos creían posible: un juego perfecto en sus llamados de bolas y strikes, según los análisis de Umpire Scorecards.
En un deporte donde el margen de error se mide en milímetros, Ripperger logró un 100% de precisión en sus decisiones, un hito que contrasta con el promedio de los árbitros de MLB, que suelen acertar entre el 88% y 92% de sus llamados.
Este desempeño lo convierte en apenas el segundo árbitro en alcanzar la perfección desde que se implementó el rastreo automatizado de lanzamientos en 2015.
Un precedente histórico y una sombra de controversia
El único antecedente comparable ocurrió en la Serie Mundial de 2022, cuando Pat Hoberg sorprendió al mundo con una precisión idéntica. Sin embargo, su legado se vio empañado en 2024, cuando la MLB lo destituyó tras descubrir que compartía una cuenta de apuestas con un conocido, violando las políticas de integridad de la liga.
Este episodio subraya las tensiones entre la ética profesional y las presiones externas en el deporte.
Tecnología vs. juicio humano: ¿Dónde está el límite?
El logro de Ripperger reaviva un debate crucial: ¿puede el arbitraje humano competir con sistemas automatizados como el Automated Ball-Strike System (ABS)? Mientras equipos y ligas invierten en inteligencia artificial para reducir errores, casos como este demuestran que la experiencia y concentración humanas aún pueden superar a los algoritmos.
«Esto no se trata de resistir el progreso, sino de recordar que el béisbol es un deporte de matices», comentó un analista de Umpire Scorecards. «Ripperger no solo acertó: interpretó situaciones complejas que un sensor podría malentender».