El ambiente en Boston Red Sox se tensa tras las declaraciones contundentes de Rafael Devers, quien se niega rotundamente a asumir la primera base pese a la insistencia del director de béisbol Craig Breslow.
El dominicano, actualmente enfocado en su rol de bateador designado, lanzó duras críticas contra la gerencia por lo que califica como «incumplimiento de acuerdos».
Una promesa rota y una posición en disputa
Según reveló el pelotero samanés, durante los entrenamientos primaverales se le garantizó que no tendría desplazamientos defensivos. «Me pidieron guardar el guante. Ahora, tras la lesión de Triston Casas, quieren que resuelva su ausencia. ¿Dónde queda su palabra?», cuestionó Devers, refiriéndose a la condritis rotuliana que alejó al novato de las gradas.
El bicampeón del Bate de Plata no oculta su frustración con Breslow, exlanzador convertido en ejecutivo: «¿Qué tiene contra mí? Cambiar de posición no es sencillo, y menos con dos meses en este rol». Sus palabras resaltan un conflicto que trasciende lo táctico: «Deben hacer su trabajo y buscar refuerzos, no esperar que yo cubra todos los huecos».
De tercera base a designado: una transición forzada
La llegada de Alex Bregman en febrero precipitó el movimiento de Devers al bateador designado, decisión que inicialmente rechazó pero finalmente aceptó. Sin embargo, su historial defensivo en tercera base —con 14 errores en 2023— sigue siendo un tema espinoso. «Soy testarudo. Ya cambié una vez; no lo haré de nuevo», sentenció el jugador de 27 años.
Mientras Romy González y Abraham Toro comparten la primera base, la postura de Devers plantea interrogantes sobre la gestión de rotaciones. Con un contrato de $313.5 millones hasta 2033, su influencia en el clubhouse es innegable: «Mis compañeros me respaldan, pero algunas decisiones directivas son incomprensibles», afirmó.
Rendimiento vs. conflicto institucional
Pese a la polémica, el dominicano mantiene números sólidos: .246 de average, .430 de slugging y liderato en bases por bolas (28) en la Liga Americana. Sus 5 jonrones y 23 carreras impulsadas en 38 juegos contrastan con la imagen de un vestuario dividido.
Al ser consultado sobre un posible cambio de opinión, Devers fue categórico: «No. Saben mi postura». Esta firmeza, mientras Breslow busca soluciones para su cuarto peor promedio de carreras permitidas (4.42), podría redefinir las estrategias de reclutamiento en plena temporada.