En el universo del béisbol moderno, donde los traspasos y los contratos millonarios dominan la narrativa, José Ramírez emerge como una excepción notable. El antesalista dominicano, fiel a los Cleveland Guardians desde su debut en 2013, no solo personifica lealtad, sino que avanza implacable hacia las marcas históricas de una franquicia con más de 120 años de tradición.
Un vínculo poco común en la era moderna
Con 17 temporadas proyectadas en Cleveland al finalizar su contrato en 2028, Ramírez se perfila para unirse a un selecto grupo de jugadores que han dedicado su carrera completa a un solo equipo.
Su caso resalta aún más al compararlo con otros grandes quisqueyanos: mientras Juan Marichal pasó 14 años con los Gigantes de San Francisco antes de cambiar de uniforme, y Mario Soto completó 12 campañas con los Rojos de Cincinnati, el infielder de Baní podría superar ambos registros.
Rafael Devers (9 años con Medias Rojas) y Vladimir Guerrero Jr. (con un contrato que lo mantendría en Toronto hasta 2039) son ejemplos actuales de esta tendencia, pero ninguno iguala la combinación de longevidad y rendimiento constante del pelotero de 31 años.
En la mira de las estadísticas históricas
Las proyecciones indican que Ramírez podría liderar múltiples categorías en los registros de Cleveland:
- Cuadrangulares: 260 (2° lugar, detrás de Jim Thome – 337)
- Dobles: 371 (5° lugar, superable si mantiene su promedio de 35 por año)
- Remolcadas: 881 (6° lugar, con Earl Averill en 1,084 como meta)
- Hits: 1,535 (9° lugar, frente a los 2,047 de Nap Lajoie)
Su contrato actual, que culmina cuando cumpla 35 años, refleja una relación única entre club y jugador: aunque sus salarios (máximo de $25 millones en 2028) están por debajo del mercado para un MVP en potencia, ambas partes han priorizado la estabilidad sobre las ganancias inmediatas.
El factor humano detrás de los números
Más allá de las estadísticas, el caso de Ramírez cuestiona la narrativa actual del béisbol:
- Único jugador activo con 10+ temporadas en un solo equipo
- Sin jugar en ligas menores desde 2015, demostrando consistencia excepcional
- Figura clave en la transición de Indios a Guardianes, manteniendo continuidad histórica
Cuando se retire, su legado trascenderá los récords: representará cómo la identidad deportiva puede coexistir con la lealtad institucional en el siglo XXI.