Los Yankees de Nueva York han asegurado una pieza clave para su rotación de lanzadores en la temporada de 2024. Marcus Stroman, quien anteriormente destacó como seguidor apasionado de los Bombarderos del Bronx, ha sellado un acuerdo significativo de 2 años y 37 millones de dólares. Este contrato, que incluye diversas cláusulas y bonificaciones, fue detallado por Jon Heyman de MLB Network.
Un pacto con detalles intrigantes
Según Heyman, Stroman recibió un bono de firma de un millón de dólares, además de un salario programado de 18 millones de dólares para cada uno de los años 2024 y 2025. El contrato también presenta una opción de jugador para el 2026, con una compensación adicional de 18 millones de dólares si el lanzador alcanza al menos 140 entradas lanzadas durante la temporada de 2025.
Este acuerdo, con sus matices y posibilidades futuras, demuestra la confianza y apuesta significativa que los Yankees han depositado en Marcus Stroman.
El compromiso en acción
La huella de Stroman en los Yankees se extiende más allá de las cifras contractuales. Su rendimiento en la temporada pasada con los Cachorros de Chicago fue notable, con un récord de 10 victorias y 9 derrotas, acompañado de una efectividad de 3.95. En 136.2 innings de labor, el lanzador acumuló 119 ponches y logró su cuarto juego completo de la carrera, incluyendo un memorable blanqueo.
Su destacada actuación no pasó desapercibida, siendo seleccionado para el Juego de Estrellas por el equipo de la Liga Nacional. Stroman, en cada entrevista, ha dejado claro su compromiso con el éxito de los Yankees y su deseo de contribuir al legado del equipo.
Marcando historia con el dorsal 0
Además de su destreza en el montículo, Stroman se une a una selecta lista en la historia de los Yankees al optar por el dorsal 0. Esta elección lo coloca como el tercer jugador en la franquicia en llevar este número, siguiendo los pasos de Domingo Germán y Adam Ottavino.
En sus propias palabras expresadas en redes sociales, Stroman manifestó su emoción por unirse al equipo y sentir la energía única del Yankee Stadium. Portar el uniforme es un honor que el lanzador lleva con gran orgullo y entusiasmo.